Los 120 m² de super­fi­cie están tami­za­dos con un sue­lo de made­ra en for­ma de espi­ga. La made­ra una vez más des­ta­ca como el mate­rial que aco­ge, inte­gra y armo­ni­za las dife­ren­tes estan­cias de la vivien­da. Al más puro esti­lo de las vivien­das del ensan­che valen­ciano, Casa Ciri­lo par­tía de la base de ser una vivien­da oscu­ra, con un lar­go pasi­llo y com­par­ti­men­ta­da en estan­cias peque­ñas y poco prác­ti­cas para los usos de hoy en día.

Los clien­tes tenían la pre­mi­sa fun­da­men­tal de dotar de la mayor lumi­no­si­dad posi­ble a la vivien­da, ade­más de ganar fun­cio­na­li­dad y prac­ti­ci­dad.

Esto se ha con­se­gui­do inte­gran­do la coci­na con el salón/comedor de la casa, pero man­te­nien­do la sepa­ra­ción de las estan­cias con una puer­ta corre­de­ra de vidrio. Gra­cias a este ele­men­to gana­mos entra­da de luz y gene­ra­mos mayor sen­sa­ción de ampli­tud a toda la zona de día.

Las tona­li­da­des cáli­das de todo el dise­ño inte­rior de Casa Ciri­lo envuel­ven todo el pro­yec­to con un toque aco­ge­dor que invi­tan a vivir en ella.

Foto­gra­fías: Jonathan Ris­tagno (www.jonathanristagno.com)